RELATO DE UN ALMA EN PENA
Tenía apenas veinticinco años cuando ocurrió la tragedia. Llevaba a mi chica- bueno, por así decirlo, a mi novia oficial porque no ella no era la única que la que salía-. Solía tener citas clandestinas a espaldas de mi chica con otras mujeres lo cual me parecía divertido y un poco audaz. Nos dirigíamos a Harvard, una de las universidades más prestigiosa de Nueva York. Pero el destino me pasó la factura por todo el mal que había hecho y ahí es donde comienza mi desgracia.
Tenía apenas veinticinco años cuando ocurrió la tragedia. Llevaba a mi chica- bueno, por así decirlo, a mi novia oficial porque no ella no era la única que la que salía-. Solía tener citas clandestinas a espaldas de mi chica con otras mujeres lo cual me parecía divertido y un poco audaz. Nos dirigíamos a Harvard, una de las universidades más prestigiosa de Nueva York. Pero el destino me pasó la factura por todo el mal que había hecho y ahí es donde comienza mi desgracia.
¡Mi auto! Mi más apreciado bebé había quedado hecho
añicos estampado contra un poste de luz antes del mediodía. Magdalena, mi
prometida, sólo había sufrido unas leves contusiones en su rostro y algún que
otro rasguño en sus codos. Apenas tenía una cortada no muy grande en su frente
y un poco de sangre en su suéter blanco que no era su sangre sino la mía. PERO
A MI ME TOCÓ LO PEOR. ¡MALDICIÓN!
Observé cómo los transeúntes, movidos por la curiosidad,
se amontonaban a los costados del destartalado auto en el que había dado mis
últimos respiros. ¿OBSERVÉ?, se preguntarán ustedes. Así es. Yo observé todo el
tiempo mi cuerpo inerte en el interior de mi auto y a toda estas personas,
testigos de la tragedia, que cuchicheaban y teorizaban contradiciéndose unos
con otros sobre cómo había sucedido en realidad el accidente. Mi corazón ya
había dejado de latir. Sin embargo, sentía una frialdad inexplicable en mi
interior. Ya no era más humano. Pero, ¿por qué seguía sintiéndome como tal? Ignoré
el gentío curioso que seguía parado allí, cerca del destrozado auto y ahora
contemplé a mí querida, Magdalena. Magdalena seguía reposando en el asiento
delantero del vehículo. Su expresión era fría y confusa aunque no había miedo
en su mirada que la delatara. Pero sí lo tenía. Magdalena estaba asustada y a
pesar de la confusión que la embargaba, su mirada era lúgubre y más lúgubre- la
noté yo- cuando reposó su rostro sobre mi hombro y me sujetó con sus manos
cálidas las mías, ahora frías como el hielo.
Siento mucha vergüenza tener que admitir después de
muerto lo arrepentido que estaba de ver a aquella persona sufrir tanto por mí
en ese momento. En realidad, podría apostar mi alma al diablo y afirmar que
Magdalena ya era inmune al sufrimiento que le ocasioné estos últimos cinco años
que salimos como pareja. No quiero que ustedes me vean como la víctima ahora
que ya estoy muerto. De nada sirve decir que fui “un santo” cuando en realidad
no hice más que malgastar mi vida y destrozar la de ella.
No hace mucho tiempo atrás organizaba citas con mujeres
de todas las edades. No me importaba si eran jóvenes o viejas. Si eran bonitas
o si era mejor besar a un sapo que acostarse con esas mujeres a las que les
faltan dientes en la boca o cuya belleza brilla por su ausencia. No iba por lo
esencial que era el afecto sino por la diversión de sentirme deseado, codiciado
y de que me halagaran y piropearan constantemente. Me gustaba arreglarme y
ponerme las mejores prendas de marcas muy reconocidas y costosas. Así, mi belleza
estaría mejor cotizada y podría tener a quien quisiera y cuando quisiera. Ser
independiente fue una de las primeras reglas que le impuse a Magdalena cuando
empezamos a salir. No quería que me molestase cuando no quisiera estar con
ella. Nada de llamarme al móvil preguntándome dónde o con quién estaba. Debo
remitir a lo que ya dije antes. Me veo obligado a hacerlo. Magdalena me amó
desde el primer momento que nos conocimos y, por tal causa, aceptó esas
estúpidas reglas que le impuse. Y peor aún, seguir al lado de un gusano como yo
sabiendo todo lo que hacía, y más aún, sabiendo que estaba con otras mujeres.
En más de una ocasión le dije que iría a una fiesta- ella sabía que en esa
“fiesta” habría mucho alcohol y sobre todo mujeres- pero que ella no me podía
acompañar. Siempre destaqué la regla de la independencia de pareja antes de que
ella pudiera decir “A”. Y como era algo tan usual en mi y desde luego para
ella, Magdalena nunca se sorprendía cuando llegaba ebrio a altas horas de la
noche, trastabillando y tratando de encajar la llave en la cerradura. Desde
luego, Magdi siempre veló por mí y no
dormía por esperar a que yo llegara fundido en alcohol o frustrado por una
noche más desperdiciada y tediosa.
- -- Adam, mi vida.Entra a la casa. Hace mucho
frío afuera.
Ven. Te ayudaré-.
Eso era lo que solía decirme
cuando estaba perdido dentro de un mundo oscuro al que me había conducido la
noche y el alcohol. Entonces, era mi Magdi quien me conducía a hasta la
habitación, me quitaba los zapatos y me tapaba con unas cobijas gruesas como
quien estuviese en el polo norte.
En las mañanas, cuando ya
estaba sobrio, me levantaba con mucho esfuerzo por la flojera que me producía
la resaca de la noche anterior. Obviamente, esperaba que el desayuno estuviese
ya preparado como debía ser. Como si Magdi fuese no mi pareja sino me esclava.
El desayuno sin más, estaba servido en la mesa. Todo en un ambiente pulcramente
ordenado.
No me importaba si Magdi
sacaba el tema de la noche anterior sobre cómo me había ido o incluso con
cuántas mujeres había estado. No obstante, debido a la resaca que tenía, abría
el periódico y me escondía detrás de él o miraba una que otra vez al reloj que
estaba colgado al lado de uno de los aparadores de la cocina para evadir la
posibilidad de que nuestras miradas se cruzasen. Quizá sí tenía un poco de
vergüenza. Lo malo de eso, era que se trataba de una vergüenza efímera que sólo
duraría una mañana y cuando cayera la noche, ya no quedaría ni el recuerdo de
ello.
<< Lo lamento mucho, mi querida Magdi
>> pensé mientras seguía
contemplándola en el interior de mi auto. Su mirada seguía ausente en la nada.
Parecía no importarle el gentío diseminado alrededor del auto. Sólo permanecía
aferrada a mi cuerpo sin vida y con unos hilos de lágrimas que se deslizaban
sobre sus mejillas. Su cabeza, permanecía reposada sobre mi hombro y sus manos
estaban atadas a las mías como dos candados. Para ser honesto con ustedes, que
escuchan mi relato repleto de infortunios, nunca había puesto demasiada
atención en por qué mi Magdi había soportado tanto sufrimiento. Un sufrimiento
prescindible del cual, ella podría haberse desecho con sólo echarme a la calle.
Pues así mismo como lo oyen. Mi hogar era en realidad de ella. Ella era la
dueña legítima del apartamento en el que vivíamos. Pero nunca me amenazó ni me
advirtió que dejara la buena vida a cambio de una estabilidad más sólida entre
nosotros o que me echaría a patadas de su casa. Debió haber sido amor. Desearía
meterme en el interior de una máquina del tiempo y regresarlo todo. Cambiarlo
todo. Pero ya es tarde. Yo he partido. Me fui pero estoy. No sé o no estoy muy
seguro de lo que soy ahora. Sé que soy algo que puede ver sin que lo vean. Algo
que puede transportarse de un sitio a otro en un santiamén. Pero qué sigue
luego….?
Al desprenderme de mi cuerpo
material mis recuerdos como humanos se fueron desvaneciendo. Sólo oía una voz
que susurraba algo como si fuera una rima o algo por el estilo. Esa voz
eclipsaba cada vez más mis recuerdos….
<< El juego de la vida tiene un principio,
Empieza por la dicha que es un buen inicio.
Pero
la aflicción te cantará cómo fue tu vida
Descifra este acertijo y encontrarás la
salida.
Halla el momento con estos dos sentimientos,
Y el paraíso será tu consentimiento.
En la vida el pecado ha de estar presente
Y si tienes fe no habrá maldad alguna que te
tiente.
No
olvides el mal que al hombre ahorca,
Y
procura que tu fe no sea tan poca >>
Eran rimas? Era un acertijo?
Es este el proceso divino que hay que superar para ser perdonado en vida? La
voz me susurraba el acertijo o lo que sea que fuese. Pero no logro comprender a
qué se refiere o cuál es realmente el precio que tengo que pagar por una vida
pérfida a la que me presté.
“pero la aflicción te cantará cómo fue tu vida” repetí para mí
mismo. No comprendía el significado de aquella frase tan reveladora. Por algo
sólo los malos recuerdos habían quedado impresos en mi memoria. No recordaba
ningún momento feliz junto a Magdi. Si es que lo hubo alguna vez. Entonces,
¿debería ahondar en los recuerdos que me produjeron aflicción a ella y a mí?
“empieza por la dicha que es un buen inicio”
¿A qué dicha se refiere si
no recuerdo ni un solo momento de dicha? ¿qué clase de juego es este? ¿DICHA Y
AFLICCION en un mismo momento?
Se me ocurrió que lo mejor
era darme por vencido y recibir mi merecido. Pero un instante después, pensé
que la llave de la respuesta a mi solución debía estar en casa de Magdi. Allí
habría pasado los mejores momentos con ella. Entonces me dirigí a su apartamento.
La noche había caído con su
manto oscuro y un tanto funesto. La capa del crepúsculo se había desvanecido y
no había quedado más luz que la que irradiaba la luna. Atravesé la puerta del
apartamento y comencé a buscar desesperadamente. Miré con detenimiento cada
objeto a la vista que me remitiera a algún recuerdo vago de felicidad. Sólo vi
muebles, un juego de llaves tiradas sobre la mesa de algarrobo, tres sillas
dadas vueltas y el polvo que cubría las paredes desde la cocina hasta la sala
de estar. A continuación, escuché un leve gemido que procedía de una de las
habitaciones. Me deslicé rápidamente siguiendo el origen del gemido y entré en
una habitación donde, desplomada de dolor, estaba una joven muchacha tendida en
la cama con los ojos anegados en lágrimas. A su lado, abrazado, tenía el diario
que había conservado por años. Nunca supe qué clase de cosas había en él y
nunca me interesé en averiguarlo. Pero estaba aferrada a él como si alguien
fuese a arrebatárselo de las manos. Sus gemidos eran cada vez más irregulares
de modo que aguardé a que se tranquilizara un poco para tomar prestado eso a lo
que ella se aferraba tanto. Quizá podría ayudarme con algún recuerdo. Un
recuerdo bueno. Tomé el diario sigilosamente y lo abrí con cuidado como si
temiese de lo que fuera a encontrar allí. Al principio me parecieron demasiado
cursis las anotaciones que ella hacía sobre nosotros. Fotos mías y de ella
juntos con dibujos alrededor y grafitis en los que expresaba cuánto me amaba.
Recorrí varias páginas más, muy similares a las anteriores, aunque, conforme
iba pasando las hojas, la tinta de la birome se iba corriendo debido a la
humedad de sus lágrimas. Busqué con sigilo y con una curiosidad voraz por saber
qué había en él. Entonces, encontré algo que me llamó mucho la atención. Una
página en cuya parte superior estaba escrita la fecha actual.
24 de octubre de 2012
Querido
diario,
Han pasado horas desde que se marchó. Siento
su ausencia tan potente como la tempestad que destruye al bosque más salvaje y fuerte que pudiese existir. Cada rincón de
este lugar me recuerda a él. No tengo idea de cuánto tiempo tardaré en superar
su partida ni si voy a poder hacerlo. Pero sí sé que deberé conformarme con
saber que él está en un lugar más precioso.
Lo amé. Lo amé con todo mi corazón. Hubiera
optado ser yo quién muriera en ese trágico accidente y no él. Habría dado mi
vida por la suya cien veces más. << me juzgarán por esto>> Dirán
que estoy loca por querer dar mi vida por ese “gusano” como muchos lo llamaban
pues sabían que Adam, al igual que yo, se metía en lugares que prefiero no
describir y andar con personas que no quisiera conocer jamás. Pero es mi amor.
Soy lo suficientemente adulta y consciente de que él se marchaba a esos lugares
en donde su centro de atención no era precisamente yo. Quizá su autoestima era
muy baja y por eso hacía lo que hacía. O no. Y admitiré ante quien sea y
humillada si así tiene que ser, que me dolía saber que mi prometido salía con
otras mujeres. Tú, querido diario, lo sabes. Sabes cuántas lágrimas he
derramado por él mientras no estaba en el apartamento. Pero ahora mis las
lágrimas que recorren mi rostro no se comparan con aquellas tan insignificante
que brotaban de mis ojos por tonterías como esas. Mis lágrimas se justifican.
Es mi luto. Lloro mi pérdida. Si habré sufrido o no, eso es parte de mi pasado.
Y si sufrí, fue el amor mi escudo más potente que me ayudó a estar junto a la
persona que amaba. Si hubiese algo que perdonar, ya estaría perdonado. <<
hombre somos y como hombres
actuamos>> << el ser humano es débil a la tentación y todos somos
propensos a caer en ella>> No
habría perdón alguno si no lo amase.
Querido diario. Los días seguirán su
transcurso como si nada hubiese pasado. Pero conservo la esperanza de que Adam
está donde el mal no puede llegar. Lágrimas de tristeza habré de derramar al
igual que las lágrimas de felicidad por su dulce vida. Gracias por ser siempre
mi más fiel y amigo confidente.
Magdalena
Releí una vez más la página
completa y sentí que necesitaba vivir. Vivir para decirle que me perdonara.
Abrazarla. Besarla. Decirle que la amo. Agradecerle. Todo. Todo. Pero ya era
demasiado tarde. Todo ocurrió en un santiamén y el destino me llamó la
atención. Lo que más estimé- lo material- me destruyó. Lo que más subestimé- mi
querida Magdi- era el regalo que la vida me había preparado y lo había ignorado.
A continuación, me aproximé
a su cama y le acaricié una mejilla
húmeda, todavía por las lágrimas.
-
Gracias por tu perdón, mi cielo.- susurré con
voz dulzona
-
Y gracias por abrirme las puertas del
paraíso. Supongo que aquí está lo que estoy buscando.
“Lágrimas
de tristeza habré de derramar al igual que las lágrimas de felicidad por su
dulce vida” recordé.
La bondad de tu perdón y de
seguir amándome sin haber rencor y la aflicción que sientes por mi partida
serán tu regalo hacia mi salvación.
Entonces tomé nuevamente su
diario y me sumergí en él emprendiendo un viaje hasta cruzar unas puertas que
aguardaban semi-abiertas.
CONTINUARA
Revisión por "Dan Smock"
Literatura Argentina.
Relato corto escrito por A.R Meyer.
Año de publicación: 2013
DIFUNDE EL TRABAJO LITERARIO QUE MÁS TE HAYA GUSTADO ASÍ OTROS LECTORES PODRÁN DISFRUTAR DE EL MUNDO EXTRAORDINARIO DE LA LITERATURA.
Revisión por "Dan Smock"
Literatura Argentina.
Relato corto escrito por A.R Meyer.
Año de publicación: 2013
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