INTO THE EXPLORATION

Bienvenido seas, lector.
Cada día que pasa es un nuevo comenzar. Lo que ayer impactó en nuestras vidas hoy ya no es nuevo pues hoy impactará una realidad distinta a la del ayer, de modo que podría cambiar el rumbo de nuestros destinos e incluso cambiar emprender un viaje que jamás planeamos. Este nuevo despertar nos abre hacia un mundo distinto al de ayer y nos provee de acuerdo a nuestras necesidades. La del escritor la de abrir nuevas puertas con hechos en nuestra realidad de modo que podamos percibirlas, tomarlas prestadas y darles la forma desde la más maravillosa y extraordinaria hasta la más funesta y lúgubre, de acuerdo al mensaje que el escritor quiere transmitir, o no. Qué disfruten este espacio, queridos lectores.

lunes, 15 de julio de 2013

Relato de un alma en pena (Parte I)

                                   RELATO DE UN ALMA EN PENA

Tenía apenas veinticinco años cuando ocurrió la tragedia. Llevaba a mi chica- bueno, por así decirlo, a mi novia oficial porque no ella no era la única que la que salía-. Solía tener citas clandestinas a espaldas de mi chica con otras mujeres lo cual me parecía divertido y un poco audaz. Nos dirigíamos a Harvard, una de las universidades más prestigiosa de Nueva York. Pero el destino me pasó la factura por todo el mal que había hecho y ahí es donde comienza mi desgracia.

¡Mi auto! Mi más apreciado bebé había quedado hecho añicos estampado contra un poste de luz antes del mediodía. Magdalena, mi prometida, sólo había sufrido unas leves contusiones en su rostro y algún que otro rasguño en sus codos. Apenas tenía una cortada no muy grande en su frente y un poco de sangre en su suéter blanco que no era su sangre sino la mía. PERO A MI ME TOCÓ LO PEOR. ¡MALDICIÓN!
Observé cómo los transeúntes, movidos por la curiosidad, se amontonaban a los costados del destartalado auto en el que había dado mis últimos respiros. ¿OBSERVÉ?, se preguntarán ustedes. Así es. Yo observé todo el tiempo mi cuerpo inerte en el interior de mi auto y a toda estas personas, testigos de la tragedia, que cuchicheaban y teorizaban contradiciéndose unos con otros sobre cómo había sucedido en realidad el accidente. Mi corazón ya había dejado de latir. Sin embargo, sentía una frialdad inexplicable en mi interior. Ya no era más humano. Pero, ¿por qué seguía sintiéndome como tal? Ignoré el gentío curioso que seguía parado allí, cerca del destrozado auto y ahora contemplé a mí querida, Magdalena. Magdalena seguía reposando en el asiento delantero del vehículo. Su expresión era fría y confusa aunque no había miedo en su mirada que la delatara. Pero sí lo tenía. Magdalena estaba asustada y a pesar de la confusión que la embargaba, su mirada era lúgubre y más lúgubre- la noté yo- cuando reposó su rostro sobre mi hombro y me sujetó con sus manos cálidas las mías, ahora frías como el hielo.

Siento mucha vergüenza tener que admitir después de muerto lo arrepentido que estaba de ver a aquella persona sufrir tanto por mí en ese momento. En realidad, podría apostar mi alma al diablo y afirmar que Magdalena ya era inmune al sufrimiento que le ocasioné estos últimos cinco años que salimos como pareja. No quiero que ustedes me vean como la víctima ahora que ya estoy muerto. De nada sirve decir que fui “un santo” cuando en realidad no hice más que malgastar mi vida y destrozar la de ella.

No hace mucho tiempo atrás organizaba citas con mujeres de todas las edades. No me importaba si eran jóvenes o viejas. Si eran bonitas o si era mejor besar a un sapo que acostarse con esas mujeres a las que les faltan dientes en la boca o cuya belleza brilla por su ausencia. No iba por lo esencial que era el afecto sino por la diversión de sentirme deseado, codiciado y de que me halagaran y piropearan constantemente. Me gustaba arreglarme y ponerme las mejores prendas de marcas muy reconocidas y costosas. Así, mi belleza estaría mejor cotizada y podría tener a quien quisiera y cuando quisiera. Ser independiente fue una de las primeras reglas que le impuse a Magdalena cuando empezamos a salir. No quería que me molestase cuando no quisiera estar con ella. Nada de llamarme al móvil preguntándome dónde o con quién estaba. Debo remitir a lo que ya dije antes. Me veo obligado a hacerlo. Magdalena me amó desde el primer momento que nos conocimos y, por tal causa, aceptó esas estúpidas reglas que le impuse. Y peor aún, seguir al lado de un gusano como yo sabiendo todo lo que hacía, y más aún, sabiendo que estaba con otras mujeres. En más de una ocasión le dije que iría a una fiesta- ella sabía que en esa “fiesta” habría mucho alcohol y sobre todo mujeres- pero que ella no me podía acompañar. Siempre destaqué la regla de la independencia de pareja antes de que ella pudiera decir “A”. Y como era algo tan usual en mi y desde luego para ella, Magdalena nunca se sorprendía cuando llegaba ebrio a altas horas de la noche, trastabillando y tratando de encajar la llave en la cerradura. Desde luego, Magdi  siempre veló por mí y no dormía por esperar a que yo llegara fundido en alcohol o frustrado por una noche más desperdiciada y tediosa.
-      --  Adam, mi vida.Entra a la casa. Hace mucho frío afuera. 
         Ven. Te ayudaré-.
Eso era lo que solía decirme cuando estaba perdido dentro de un mundo oscuro al que me había conducido la noche y el alcohol. Entonces, era mi Magdi quien me conducía a hasta la habitación, me quitaba los zapatos y me tapaba con unas cobijas gruesas como quien estuviese en el polo norte.
En las mañanas, cuando ya estaba sobrio, me levantaba con mucho esfuerzo por la flojera que me producía la resaca de la noche anterior. Obviamente, esperaba que el desayuno estuviese ya preparado como debía ser. Como si Magdi fuese no mi pareja sino me esclava. El desayuno sin más, estaba servido en la mesa. Todo en un ambiente pulcramente ordenado.
No me importaba si Magdi sacaba el tema de la noche anterior sobre cómo me había ido o incluso con cuántas mujeres había estado. No obstante, debido a la resaca que tenía, abría el periódico y me escondía detrás de él o miraba una que otra vez al reloj que estaba colgado al lado de uno de los aparadores de la cocina para evadir la posibilidad de que nuestras miradas se cruzasen. Quizá sí tenía un poco de vergüenza. Lo malo de eso, era que se trataba de una vergüenza efímera que sólo duraría una mañana y cuando cayera la noche, ya no quedaría ni el recuerdo de ello.
<< Lo lamento mucho, mi querida Magdi >>  pensé mientras seguía contemplándola en el interior de mi auto. Su mirada seguía ausente en la nada. Parecía no importarle el gentío diseminado alrededor del auto. Sólo permanecía aferrada a mi cuerpo sin vida y con unos hilos de lágrimas que se deslizaban sobre sus mejillas. Su cabeza, permanecía reposada sobre mi hombro y sus manos estaban atadas a las mías como dos candados. Para ser honesto con ustedes, que escuchan mi relato repleto de infortunios, nunca había puesto demasiada atención en por qué mi Magdi había soportado tanto sufrimiento. Un sufrimiento prescindible del cual, ella podría haberse desecho con sólo echarme a la calle. Pues así mismo como lo oyen. Mi hogar era en realidad de ella. Ella era la dueña legítima del apartamento en el que vivíamos. Pero nunca me amenazó ni me advirtió que dejara la buena vida a cambio de una estabilidad más sólida entre nosotros o que me echaría a patadas de su casa. Debió haber sido amor. Desearía meterme en el interior de una máquina del tiempo y regresarlo todo. Cambiarlo todo. Pero ya es tarde. Yo he partido. Me fui pero estoy. No sé o no estoy muy seguro de lo que soy ahora. Sé que soy algo que puede ver sin que lo vean. Algo que puede transportarse de un sitio a otro en un santiamén. Pero qué sigue luego….?
Al desprenderme de mi cuerpo material mis recuerdos como humanos se fueron desvaneciendo. Sólo oía una voz que susurraba algo como si fuera una rima o algo por el estilo. Esa voz eclipsaba cada vez más mis recuerdos….
<< El juego de la vida tiene un principio,
    Empieza por la dicha que es un buen inicio.
   Pero la aflicción te cantará cómo fue tu vida
  Descifra este acertijo y encontrarás la salida.
  Halla el momento con estos dos sentimientos,
  Y el paraíso será tu consentimiento.
 En la vida el pecado ha de estar presente
 Y si tienes fe no habrá maldad alguna que te tiente.
No olvides el mal que al hombre ahorca,
Y procura que tu fe no sea tan poca >>
Eran rimas? Era un acertijo? Es este el proceso divino que hay que superar para ser perdonado en vida? La voz me susurraba el acertijo o lo que sea que fuese. Pero no logro comprender a qué se refiere o cuál es realmente el precio que tengo que pagar por una vida pérfida a la que me presté.
pero la aflicción te cantará cómo fue tu vida” repetí para mí mismo. No comprendía el significado de aquella frase tan reveladora. Por algo sólo los malos recuerdos habían quedado impresos en mi memoria. No recordaba ningún momento feliz junto a Magdi. Si es que lo hubo alguna vez. Entonces, ¿debería ahondar en los recuerdos que me produjeron aflicción a ella y a mí?
empieza por la dicha que es un buen inicio”
¿A qué dicha se refiere si no recuerdo ni un solo momento de dicha? ¿qué clase de juego es este? ¿DICHA Y AFLICCION en un mismo momento?
Se me ocurrió que lo mejor era darme por vencido y recibir mi merecido. Pero un instante después, pensé que la llave de la respuesta a mi solución debía estar en casa de Magdi. Allí habría pasado los mejores momentos con ella. Entonces me dirigí a su apartamento.
La noche había caído con su manto oscuro y un tanto funesto. La capa del crepúsculo se había desvanecido y no había quedado más luz que la que irradiaba la luna. Atravesé la puerta del apartamento y comencé a buscar desesperadamente. Miré con detenimiento cada objeto a la vista que me remitiera a algún recuerdo vago de felicidad. Sólo vi muebles, un juego de llaves tiradas sobre la mesa de algarrobo, tres sillas dadas vueltas y el polvo que cubría las paredes desde la cocina hasta la sala de estar. A continuación, escuché un leve gemido que procedía de una de las habitaciones. Me deslicé rápidamente siguiendo el origen del gemido y entré en una habitación donde, desplomada de dolor, estaba una joven muchacha tendida en la cama con los ojos anegados en lágrimas. A su lado, abrazado, tenía el diario que había conservado por años. Nunca supe qué clase de cosas había en él y nunca me interesé en averiguarlo. Pero estaba aferrada a él como si alguien fuese a arrebatárselo de las manos. Sus gemidos eran cada vez más irregulares de modo que aguardé a que se tranquilizara un poco para tomar prestado eso a lo que ella se aferraba tanto. Quizá podría ayudarme con algún recuerdo. Un recuerdo bueno. Tomé el diario sigilosamente y lo abrí con cuidado como si temiese de lo que fuera a encontrar allí. Al principio me parecieron demasiado cursis las anotaciones que ella hacía sobre nosotros. Fotos mías y de ella juntos con dibujos alrededor y grafitis en los que expresaba cuánto me amaba. Recorrí varias páginas más, muy similares a las anteriores, aunque, conforme iba pasando las hojas, la tinta de la birome se iba corriendo debido a la humedad de sus lágrimas. Busqué con sigilo y con una curiosidad voraz por saber qué había en él. Entonces, encontré algo que me llamó mucho la atención. Una página en cuya parte superior estaba escrita la fecha actual.
                                                                          24 de octubre de 2012
Querido diario,
        Han pasado horas desde que se marchó. Siento su ausencia tan potente como la tempestad que destruye al bosque más salvaje  y fuerte que pudiese existir. Cada rincón de este lugar me recuerda a él. No tengo idea de cuánto tiempo tardaré en superar su partida ni si voy a poder hacerlo. Pero sí sé que deberé conformarme con saber que él está en un lugar más precioso.
 Lo amé. Lo amé con todo mi corazón. Hubiera optado ser yo quién muriera en ese trágico accidente y no él. Habría dado mi vida por la suya cien veces más.  << me juzgarán por esto>> Dirán que estoy loca por querer dar mi vida por ese “gusano” como muchos lo llamaban pues sabían que Adam, al igual que yo, se metía en lugares que prefiero no describir y andar con personas que no quisiera conocer jamás. Pero es mi amor. Soy lo suficientemente adulta y consciente de que él se marchaba a esos lugares en donde su centro de atención no era precisamente yo. Quizá su autoestima era muy baja y por eso hacía lo que hacía. O no. Y admitiré ante quien sea y humillada si así tiene que ser, que me dolía saber que mi prometido salía con otras mujeres. Tú, querido diario, lo sabes. Sabes cuántas lágrimas he derramado por él mientras no estaba en el apartamento. Pero ahora mis las lágrimas que recorren mi rostro no se comparan con aquellas tan insignificante que brotaban de mis ojos por tonterías como esas. Mis lágrimas se justifican. Es mi luto. Lloro mi pérdida. Si habré sufrido o no, eso es parte de mi pasado. Y si sufrí, fue el amor mi escudo más potente que me ayudó a estar junto a la persona que amaba. Si hubiese algo que perdonar, ya estaría perdonado. << hombre somos y como  hombres actuamos>> << el ser humano es débil a la tentación y todos somos propensos a caer en ella>>  No habría perdón alguno si no lo amase.
 Querido diario. Los días seguirán su transcurso como si nada hubiese pasado. Pero conservo la esperanza de que Adam está donde el mal no puede llegar. Lágrimas de tristeza habré de derramar al igual que las lágrimas de felicidad por su dulce vida. Gracias por ser siempre mi más fiel y amigo confidente.
                                                                                            Magdalena
Releí una vez más la página completa y sentí que necesitaba vivir. Vivir para decirle que me perdonara. Abrazarla. Besarla. Decirle que la amo. Agradecerle. Todo. Todo. Pero ya era demasiado tarde. Todo ocurrió en un santiamén y el destino me llamó la atención. Lo que más estimé- lo material- me destruyó. Lo que más subestimé- mi querida Magdi- era el regalo que la vida me había preparado y lo había ignorado.
A continuación, me aproximé a su cama y le acaricié  una mejilla húmeda, todavía por las lágrimas.
-        Gracias por tu perdón, mi cielo.- susurré con voz dulzona
-        Y gracias por abrirme las puertas del paraíso. Supongo que aquí está lo que estoy buscando.
“Lágrimas de tristeza habré de derramar al igual que las lágrimas de felicidad por su dulce vida” recordé.
La bondad de tu perdón y de seguir amándome sin haber rencor y la aflicción que sientes por mi partida serán tu regalo hacia mi salvación.
Entonces tomé nuevamente su diario y me sumergí en él emprendiendo un viaje hasta cruzar unas puertas que aguardaban semi-abiertas.
                                                          CONTINUARA
Revisión por "Dan Smock"
Literatura Argentina.
Relato corto escrito por A.R Meyer.
Año de publicación: 2013


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